Conclave Oscuro
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Mensaje  finraziel Lun Dic 14, 2009 6:28 pm

La verdad no se me ocurrió qué titulo ponele a la historia, ya que siempre he sido mala para eso... asi ke como hay varios preludios publicados, simplemente les dejo mi historia sin nombre xD

Ah! pero mi personaje si lo tiene. Ella es Luna Lisperguer

espero disfruten de su tragedia...

***


Tengo sed

Que gran novedad, siempre tengo sed...es tan problemático!!! Si no la calmo de inmediato, me comienzo a enojar, a irritar... a miles de cosas mas que tanto tiempo he deseado reprimir...

Ni yo me reconozco cuando me enojo

***


Camine un par de manzanas, dando vueltas, vueltas y vueltas... buscando algo, cuando de pronto, lo vi... lo “olí” por decirlo de algún modo... la olí... era deliciosa, sentada en el suelo, llorando... las pinturas, pinceles y demás esparcidos por el suelo. Era la viva imagen de la tristeza. Me dieron ganas de pintarla, de plasmar su infinita pena en un lienzo, tal vez como testimonio de mi propia tristeza que no podía expresar

Su imagen me llevo al pasado y empecé a recordar...

***


Desde pequeña, muy pequeña... mis padres, mis poderosos, elegantes y opulentos padres, siempre peleando, siempre discutiendo... el dolor de los gritos se reflejaba en mi pintura, me habían dicho, que, desde pequeña, mis profesores catalogaron como con “un toque demencial” . Jajajajja
Claro, como hija de familia “de bien” (OK, qué tenía de bien mi familia??? Yo siempre los odie... a todos! A absolutamente todos!!! Mi mayor deseo en esos años era ser adoptada, pero no es el punto) bueno, como hija de bien, tuve clases de piano, canto, violín, danza, pintura, escultura, esgrima y otros que ni siquiera recuerdo; todo eso antes aun de cumplir los 15.

La pintura! Cuando ya era algo mayor... bien, bastante mayor (por ahí por mis 20 años), después de una de las peores peleas de mis padres (en la que él tuvo que ir al hospital por un corte en la cabeza con un plato que le lanzó mi mama) recuerdo que agarre los pinceles con rabia, respiraba odio... lo único que quería era paz, esa paz en que se pueden oír los ríos correr y las aves cantar, no quería mas gritos, ni dolor, no odio ni esa estúpida madre ni al idiota de mi padre...

Los odio

Desperté a los cinco días, en el hospital, absolutamente llena de sondas, mucho mas delgada, ojerosa, y con un dolor en los brazos horrible, como si hubiese hecho demasiada fuerza. Lo que supe al final, es que pase tres días sin comer y sin dormir, pintando un mural en mi habitación. Tenia tantas ganas de verlo!! Principalmente porque -extrañamente- no lo recordaba...

Por supuesto, nadie me fue a ver... solo tenia un par de amigos que le tenían “alergia” a los hospitales y mis padres... mis padres no me querían, no soportaban mi sola presencia, mis ansias de búsqueda, de... calma, de... algo, algo que me llamaba de dentro, me susurraba a los oídos en ocasiones y me pedía a gritos encontrarlo... En fin, hablaba de mis padres, que mientras ellos estaban vestidos de gucci y lacoste, comiendo en algún hotel de lujo, su hija estaba con bata de hospital conectada a un suero

Mi madre me apoyo un tiempo, pero desde que me vio fumando marihuana en mi habitación con un par de amigos, no me volvió a hablar, y de paso, a dar dinero, por lo que tenia que sacarle a mi padre. Por suerte con el whisky olvidaba guardar su chequera, y desde el colegio aprendí a falsificar su firma.

***


Salí a la semana, con dos kilos de mas, ya sin dolores pero con unos deseos terribles de ver el famoso mural...

***


No lo podía creer

Ocupaba dos muros, el primero, era todo odio, todo violencia, y el segundo era de una armonía y unos colores! Absolutamente hermosos... Podría ser el edén. O tal vez el jardín de Alicia. Habían mariposas, aves exóticas, flores enormes, un árbol gigantesco cubierto por una enredadera de rosas y un rió lleno de peces de colores... comencé a seguir el río con mi dedo, y cuando vi de donde nacía, caí al suelo.

El primer mural era un desierto, solo surcado por algunos arbustos espinosos, sombras tétricas y un par de animales esqueléticos parecías hienas, pero tenían cuernos, y se estaban comiendo algo.

Una persona, una mujer, desnuda, sangrando, siendo mordida por esos animales horribles con la garganta cercenada, desde donde salía un chorro de oscura sangre... el que se hacía cada vez mas ancho y serpenteaba sobre unas rocas para dar origen a mi río de peces de colores

Eso no lo había pintado yo. Yo no sabía pintar así. Era una técnica exquisita a la vista, delicada y llena de colores, de detalles que nunca podrían haber sido míos.

Sentí miedo al ver a la mujer. Era yo

***


Salí, desesperada, a la casa de un amigo, y, mientras nos fumábamos su pipa (necesitaba relajarme) le conté. No sé si el sacarlo de mi cabeza, o el humo me hacían sentir que no era tan horrible y, por lo mucho que insistió, fuimos a mi casa a verlo.

Estaba fascinado, lo miraba, se giraba, cantaba y tocaba la pintura, acariciándola... Me decía que era hermoso, que cómo lo había hecho y no podía creer que no lo recordara. Insistió en traer críticos de arte y exhibirlo al mundo, pero, mientras mas lo miraba, mas miedo tenía, y la mujer me miraba y me susurraba cosas al oído... (no, no estoy loca, pero era demasiado real, casi veía sus labios moverse)

Estaba completamente excitado. Me agarró de golpe y me dio un beso. Un beso que yo había esperado mucho tiempo sin decírselo, pero que me lo daba producto de su emoción por la maldita pintura...

Miré a la mujer. Estaba celosa, ella moría dolorosamente y a mi me acariciaban y besaban el cuello. Sus manos se deslizaban lentamente bajo mi falda, y de la pura emoción por arrancar mi blusa rompió mis muchos collares y amuletos, y la pedrería cayó sin hacer ruido sobre el piso de alfombra.

Dios, cómo besaba este hombre...

Pero había algo extraño... no era la fantasía romántica que siempre había soñado... no era tierno conmigo, era sólo deseo, como si el ver la pintura hubiese encendido su pasión, su instinto.

Después de sacarme los collares, rasgo mi blusa (mi blusa blanca!!! mi favorita!) y me mordió el cuello... el muy desgraciado! Me dolió montones, pero a la vez encendió fuego dentro de mi. Y así, como el fuego, nos consumimos los dos.

Desperté a la mañana siguiente... o tal vez a la semana después, no podría precisarlo. No recordaba nada después del mordisco y me dolía montones la cabeza. Y el cuello. Fui al baño y me miré al espejo. Genial, tendría que usar pañoleta un par de días. Ni en mis días de adolescente hormonal me hicieron un chupón tan horrible... Tenía sangre? Me acerqué mas al espejo: el desgraciado me había roto la piel y un hilillo de sangre se había secado y llegaba hasta mis pechos. Tenía mas marcas en la piel, mas de las que podía contar.

Decidí ducharme, me sentía extraña y necesitaba pensar, y nada mejor para eso que el sonido del agua corriendo, aunque significara un sacrificio para el planeta. Decidí al final darme un baño de tina: mas económico y mas relajante. Puse incienso y mis jabones naturales, y cuando salí, ya sin dolor de cabeza y mas despejada, iba decidida a preguntar que demonios había pasado (aunque tenía una horrible sospecha) cuando lo vi.

Oh Dios, oh Dios

Creo que me desmaye

Desperté tirada en el suelo. Debían haber pasado un par de horas, ya que el sol estaba en una posición diferente: iluminando de lleno el monstruoso espectáculo:

Estaba muerto, lo supe con solo mirarlo. Muerto sobre la cama, atado. Tenía sangre en la boca y en el cuello, marcas de mordidas, arañazos, golpes y cortes... Cortes? Busqué, y lo encontré, enredado entre las sabanas ¿que era? Una daga? Un cuchillo? No, mas bien... era un abrecartas, uno que me regalaron hace muchísimo tiempo, uno de mis abuelos. Uno de mis tesoros, que guardaba en un cajón de mi velador junto con unas cartas, unas flores secas y un anillo.

Estaba lleno de sangre, hasta la empuñadura. Y, como todo abrecartas, no tenia filo. Yo lloraba, por él, por lo que pasó, por la escena macabra, por el abrecartas manchado. Era todo tan irreal. Mis blancas sabanas manchadas de sangre, así como el piso. Su cuello abierto, había dejado un rió de sangre que goteó hasta el piso y siguió por la alfombra.

Miré el cuadro, y ahí estaba yo, también muerta, riéndome de mi misma por haber matado a la única persona que realmente me cuidaba.

No volví a esa casa en muchísimo tiempo

***


Salí de ahí. Nunca supe que paso con su cuerpo, si alguien lo habría visto (que es lo mas probable) o si solo se quedó ahí, pudriéndose lentamente al sol, mientras yo me devanaba los sesos por intentar recordar, aunque fuera vagamente, que demonios había pasado

Recuerdo que vagué muchos días, caminé tanto que me es difícil recordarlo. Para variar, apenas comí, conocí gente que me ofreció comida, agua, alcohol y su “lillo” loco

Y fue así como lo conocí.

Estaban en una playa (no pregunten cómo demonios llegué allí), era un grupo grande de gente, por lo menos sus 10 personas. Todos de “mi onda” por decirlo así. Me uní a ellos, me dieron comida y refugio, me enseñaron artesanías que después vendíamos, en otras ocasiones yo leía el tarot por algunas monedas para financiar nuestra “elevación espiritual” como nos gustaba llamarlo. Pero él no fumaba, de hecho, ni siquiera se acercaba demasiado a la fogata. Pero bebía como los machos jajajaja

No podría precisar bien qué, pero algo me llamó la atención en el. Tenía un aire místico que me encantaba. Me hablaba de la vida, de la eternidad, del amor y de las cosas simples con una pasión que pocas veces había visto. Y me ayudó a olvidar. O al menos a pensar que todo lo que había pasado era una horrible pesadilla. Le confesé todo: los problemas familiares, la tristeza que siempre me invadía y las veces que me había dejado llevar por ella... la soledad, como había encontrado la paz interior... y el horror de todo lo que había pasado.

Esa noche, en que hable muchísimas horas, me di cuenta de que lo amaba (tonta de mi!) y me abrazó. Tenía un cuerpo exquisito, su abrazo era tierno y tenía un olor delicioso, como la comida que se cocina con amor y te hace babear.

Seguimos así un par de meses. Yo salía con alguna de las chicas durante el día, vendíamos algunas cosas, cocinábamos (obviamente sin dañar a nuestros amigos animales), hablábamos y nos divertíamos a nuestra forma. Pero las noches, todas mis noches eran para él, a su lado, hablando de la vida mientras veíamos las estrellas. Muchas noches me dormí en su abrazo, deseando que el tiempo se detuviera. Y en esos momentos, cuando la felicidad era plena, me atormentaba la pesadilla.

***


Era una noche de otoño. Atardecía. Los reflejos dorados del sol en el mar casi me enceguecían. No se de dónde me llegó el canto de muchísimos grillos y el murmullo de unos árboles lejanos acariciados por el viento.

El sol se puso por completo, aunque algo de su luz quedaba. Cuando ésta desapareció por completo y se vieron las estrellas sentí una brisa helada en mi espalda y me recorrió un escalofrío. Y entonces sentí su abrazo, tierno y abrigador.

No pude evitarlo. Me giré y lo besé, y le susurré al oído que lo amaba, que no quería separarme nunca de él, y que estaríamos siempre juntos. Por siempre

Estúpidas palabras. O se las lleva el viento o la gente se encarga de restregártelas en la cara.

En serio? Me dijo. Y sonrió. Pero no era su sonrisa habitual. Mientras mirábamos la infinidad del mar y el manto de estrellas sobre nosotros, el me susurraba “por siempre” Y se desato una nueva pesadilla

Como toda pesadilla, al comienzo parecía un sueño. Me beso en la playa, y sobre la arena bajo la luna, hicimos el amor. Al rato, después de estar un tiempo abrazados, diciéndonos amorosas palabras al oído me dijo que me quería mostrar algo, que quería que sólo yo lo viera. Embriagada de amor, le dije que si.

Caminamos cerca de una hora. Yo flotaba en una azucarada nube de algodón, pensando que me mostraría su casa, que nunca había visto o algo por el estilo. Llegamos a una parte del bosque que no conocía. Se notaba que hace poco había habido un incendio, los árboles negros y sin ningún rastro de vida, el suelo gris y el olor a cenizas hacían el aire pesado. No se escuchaba nada, si el susurro del aire, absolutamente nada.

Estábamos solos y, no se por que, tuve miedo

***


Se dio vuelta y me tomó por los hombros y mirando fijamente un punto detrás de mi, me dijo “de verdad quieres estar conmigo para siempre?” Le respondí con un tímido “si” a lo que su respuesta fue

-Hagámoslo entonces

Me tomo por la nuca y tiró mi pelo hasta exponer mi cuello completamente. Mientras miraba obligatoriamente el cielo estrellado, sentí su lengua deslizarse por mi cuello, como saboreándome.

-Siempre supe que serías una pieza deliciosa –me dijo al oído mientras desgarraba mi ropa- quise deleitarme contigo desde el momento en que te vi.

Sentí sus manos deslizarse por mis muslos y llegar a la pañoleta que llevaba atada a la cintura y desatarla, e inmediatamente sentí un golpe en mi espalda. Fácilmente me habría lanzado sus cuatro metros, contra un árbol y aun me pregunto cómo no me desmayé. Cuando me sacudí un poco el mareo, lo vi a mi lado, intentando atarme con la pañoleta. Inmediatamente saqué las manos, lo pateé y corrí un par de metros, pero me alcanzo en un suspiro. Peleamos de nuevo, el terror me invadía y entre el dolor de cabeza y el de espalda después de un par de minutos, caí, vencida.

Me ató de pie, a un árbol, sin perder esa sonrisa macabra. Grité, pateé y lloré, preguntándome qué habría pasado con el chico tierno que conocí en la playa. Él se acercó a mi, y me susurró al oído que íbamos a estar siempre juntos. El dolor de cabeza que sentía se hacía cada vez mas fuerte, cegándome, pero no se comparaba con el dolor que tenia en el alma.

Me violó, dos veces mientras mis lagrimas corrían e intentaba inútilmente soltarme. La segunda vez, recorrió mi cuerpo con su lengua, saboreándome, diciéndome que era deliciosa. Y cuando él terminó, sentí sus dientes en mi cuello y la calidez de mi sangre, manando lentamente como un dulce arroyo. Me soltó y me tomo en sus brazos como un bebe, y, como otras veces, no recuerdo mas.

Cuando desperté, unos minutos mas tarde supuse, ya que aún era de noche, el dolor de cabeza se había intensificado, y me sentía extraña. Diferente.

El sonreía tiernamente de nuevo, y yo sentía ganas de matarlo, de destrozarlo en infinitos pedazos, que sufriera todas las penas del infierno. Desaté mi rabia, y el miedo que había sentido, y por primera y única vez, lo recuerdo.

Le di un bofetón de aquellos, como los que se ven en las novelas centroamericanas, que resuenan en los oídos y te obligan a sobarte. Pero eso no fue suficiente para el miedo que me había hecho pasar. Quería venganza. Lo golpeé de nuevo, lo pateé y le di un pisotón en sus genitales, pero nada le dolía. O peor, parecía agradarle. Le pegué hasta que me cansé, y caí de rodillas en la tierra gris, llorando.

Se me acercó y me acunó en sus brazos. Y me dijo que nunca mas nos separaríamos, por el resto de la eternidad.

***

Esa noche pinté uno de mis cuadras más dolorosos, que posteriormente destruí. Quería pintar y recordar cosas bellas, no el profundo dolor que en ocasiones me consumía. Y ella me recordaba eso, lo que fui y lo que podría llegar a ser. Era joven, y hermosa, muy hermosa, resaltada su belleza por la pena que sentía.

Esa noche la llevé a casa, y curiosamente no se opuso. La alimenté, la dejé que se diera un baño y posteriormente le acomodé una habitación en mi casa. No recuerdo mucho qué paso esa noche, pero al despertar siguiente estábamos juntas en la cama, en la habitación que había arreglado para ella. Me asusté pero por suerte, ella respiraba y se veía feliz.

Salí de nuevo y respiré el aire frío de una nueva noche

Ahora sí que estaba sedienta
finraziel
finraziel

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Fecha de inscripción : 04/12/2009

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